¿Cómo elegir al arquitecto y la constructora adecuada?
- Joaquín Luengo
- 5 may
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 may

(No es como pedir una pizza… aunque a veces también se tarda 30 minutos)
Construir una casa no es un juego de Lego, ni algo que se resuelva en una tarde de inspiración. Es un proceso largo, técnico, emocionante… y lleno de decisiones. De todas ellas, elegir quién te va a diseñar la casa y quién la va a construir es probablemente la más importante. Porque puedes tener el mejor terreno del mundo, pero si no tienes un buen equipo… te puede salir un castillo de naipes.
Este texto está escrito desde la experiencia de estar en medio de proyectos reales, de ver clientes contentos… y otros que han querido echarse a llorar por confiar en quien no debían. Si estás empezando este camino, aquí tienes una guía clara y honesta a para elegir bien.
¿Arquitecto o “el primo que dibuja muy bien”?
(Uno tiene seguro de responsabilidad civil, el otro… boli azul)
Sí, lo primero que necesitas es un arquitecto titulado y colegiado. No basta con que alguien tenga buen gusto o que haya hecho “un par de planos”. El arquitecto no solo diseña la casa: se encarga del proyecto básico y de ejecución, firma ante el colegio profesional, pide las licencias, hace visitas de obra y coordina a todos los técnicos implicados.
Consejo desde la trinchera: no busques al más barato. Busca al que entienda lo que tú quieres y sepa llevarlo a la realidad, dentro de los límites técnicos y urbanísticos. Y si además te cae bien… vas por buen camino.
¿Qué mirar para elegir bien al arquitecto?
(No vale solo con que tenga gafas y un cuaderno moderno)
Un buen arquitecto es como un buen zapato: tiene que encajar contigo. Estas son algunas pistas que ayudan a saber si vas por buen camino:
¿Te escucha de verdad o te impone su visión?
Si desde el primer minuto te dice lo que tienes que hacer sin preguntarte cómo vives o qué necesitas, mala señal.
¿Te explica las cosas con claridad?
Vas a tener muchas dudas. Si cada respuesta es un jeroglífico, prepárate para sufrir en obra.
¿Tiene claro el presupuesto desde el principio?
Un buen arquitecto trabaja con lo que tienes, no con lo que él soñó en la escuela.
¿Y la constructora?
(No es un ejército, pero más te vale que funcione como uno)
Una vez tienes el proyecto, llega el momento de elegir a la constructora. Aquí es donde mucha gente mete la pata, porque se lanzan con el que tiene “el precio más bajo”… y luego acaban pagando el doble. Literal.
Lo ideal es pedir presupuestos comparables a varias empresas. Eso sí, todos deben estar basados en el mismo proyecto y la misma medición (el documento que detalla todo lo que hay que hacer). Si no, estás comparando peras con manzanas… y luego vienen los “esto no estaba incluido”.
¿Qué señales indican que una constructora es buena?
(O al menos, que no te va a desaparecer con el hormigón fresco)
Aquí van algunos indicios de que estás en buenas manos:
1-Te dan un presupuesto detallado. Con partidas claras, precios desglosados y sin frases tipo “según condiciones”. Eso significa que saben lo que hacen.
2-Tienen experiencia en viviendas unifamiliares. No es lo mismo reformar un local que construir una casa entera.
3-Tienen equipo propio o colaboradores estables. Las cuadrillas que cambian cada semana son una receta para el desastre.
4-Cumplen plazos razonables y los explican bien. Si alguien te promete una casa en 3 meses “porque tiene un truco”… corre
¿Hacer contrato con arquitecto y constructora?
(Sí, aunque sea muy majo el jefe de obra)
Siempre. Siempre. Siempre. Aunque la empresa sea cercana, aunque parezcan amigos, aunque lo hayan hecho “toda la vida”.
El contrato tiene que recoger:
1-Qué se va a hacer exactamente.
2-Cuánto cuesta.
3-Cuánto va a durar.
4-Qué pasa si algo se retrasa.
5-Qué garantías ofrece.
Un contrato bien hecho no es falta de confianza. Es protección para las dos partes. Y créeme, cuando hay dudas, tenerlo por escrito te evita sustos (y juicios).
¿Y si el arquitecto forma parte de la constructora?
(Mejor si todo viene “en pack”, pero con letra clara)
Aquí va uno de los consejos más importantes de este texto: Lo más recomendable es que el arquitecto forme parte del equipo técnico de la misma constructora.
¿Por qué?
Porque cuando diseño y ejecución vienen de la misma casa, todo encaja mejor. No hay malentendidos entre planos y obra, las soluciones se resuelven antes de que sean problemas, y los ritmos están sincronizados.
Es como tener una orquesta con director propio, en lugar de juntar músicos al azar.
Eso sí: asegúrate de que la empresa ofrece:
1-Transparencia en precios.
2-Un contrato claro y separado para cada fase (proyecto, ejecución, licencias).
3-Un equipo técnico cualificado, no solo comercial.
Cuando todo forma parte de un engranaje bien pensado, el proceso fluye mejor y tú no tienes que hacer de árbitro entre distintos profesionales.
¿Arquitecto técnico (aparejador) también?
(Sí, no es opcional. Como la salsa en las patatas)
Además del arquitecto, necesitas un arquitecto técnico, también conocido como aparejador o dirección de ejecución. Es quien controla que lo que se construye se ajusta al proyecto. Te ayuda a que no haya chapuzas, controla certificaciones de obra y hace de intermediario técnico con la constructora.
Puedes contratarlo por separado o dentro del equipo de la constructora, pero es una figura esencial. Piénsalo así: el arquitecto diseña el plato, el técnico vigila que el chef no le eche ketchup sin avisar.
¿Qué pasa si me equivoco?
(Y no, no hay botón de “deshacer” como en el ordenador)
Elegir mal al equipo puede salir carísimo, tanto en dinero como en disgustos. Por eso, si algo no te cuadra al principio, haz caso a tu intuición. Y si ya has empezado y ves cosas raras, para, revisa y asesórate. Más vale rectificar a tiempo que lamentarse durante años.
Conclusión.
Elige a personas, no a logos. Busca a alguien con quien puedas hablar con claridad, que entienda tu proyecto y que te inspire confianza real.
No te quedes solo con el precio. El presupuesto más bajo suele esconder la lista más larga de sorpresas.
Haz contratos claros, aunque suene frío. Protegerse desde el principio es el mejor gesto de cariño que puedes hacerte a ti mismo.
Es muy recomendable que el arquitecto y la constructora formen parte del mismo equipo.
Cuando el diseño y la ejecución están integrados, hay menos fricciones, menos excusas y más soluciones. Todo está engranado desde el principio, como un buen reloj: discreto, preciso y fiable.
Eso sí, asegúrate de que ese equipo tenga experiencia, precios claros y una comunicación transparente desde el primer día.
Construir tu casa debería ser una experiencia ilusionante, no una montaña rusa. Y para eso, nada como rodearte de un equipo que ya esté afinado… y que toque contigo la misma melodía.

Comments